En medio de la crisis del periodo especial en Cuba, el gobierno socialista permitió que algunas parejas contrajeran matrimonio con una boda costosa y una luna de miel de 72 horas. En 1992, Alice de Andrade realizó el documental Luna de miel, en el que los recién casados compartieron sus experiencias, sus sueños y anhelos juntos. Treinta años después de ese largometraje, la serie documental Amores cubanos muestra cómo terminaron esas historias de amor, presenta a los protagonistas que continúan juntos y a los que se separaron, las circunstancias de sus vidas, para compartir sus historias dentro y fuera de la isla.
La pareja Miriam y Andrés, escogida por la directora para protagonizar su corto documental Luna de Miel en 1992, nos revela las dificultades económicas del sistema cubano de la década, el ritual y la estética de los casamientos de aquel entonces, y comparte su análisis y óptica del futuro de Cuba en el mundo actual.
Querían casarse en bicicleta, pero terminaron teniendo una boda tradicional y su unión no resistió el llamado periodo especial de Cuba. Ignacio, convencido del régimen cubano, levantó un negocio de cicloturismo y continúa como profesor de educación física. Wendy, hija de Ignacio y Candelaria, acaba de ser madre en España, en donde también vive su madre Candelaria que, siendo doctora en química, dejó su carrera para trabajar como cuidadora de personas de la tercera edad y ser feliz con un nuevo amor.
Ahora están separados a causa de la infidelidad de Pedro. Betty de ser profesora de ruso e inglés, se convirtió en cartógrafa autodidacta y ahora vive con su nueva pareja y su hija. En el momento, se encuentra inmersa en los preparativos de la fiesta de 15 años de su hija. Pedro, mecánico de autos del Estado, reconstruyó su vida en el interior del país como trabajador autónomo. En este episodio, Pedro comparte aspectos de su vida como los agudos problemas de abastecimiento de materiales.
Ambos con títulos universitarios, tuvieron 8 lunas de miel después de casarse. Emigraron para Estados Unidos como yoleros (balseros salidos de Repúblico Dominicana). Juntos lucharon durante años para llevar al resto de la familia a su casa en Miami, en donde finalmente han conseguido establecerse y gozar de bienestar.
Decidieron volverse artesanos para poder financiar una boda grande y vistosa. En tanto tuvieron tres hijos, Osaida se hizo médica y formó parte de una misión en Venezuela. Héctor continuó dentro del Partido Comunista Cubano, transformándose en un ejemplar funcionario del Estado. A pesar de su destacado desempeño profesional, la familia depende de su trabajo paralelo como artesanos para su sustento económico.
Pasaron del socialismo cubano a la lucha diaria por sobrevivir en la sociedad de consumo. La pareja llegó a Miami en 2007 gracias al programa de reunificación familiar. Sin embargo, Yanet, la primogénita de Silvia, se tuvo que quedar en Cuba para cuidar a su hija. La familia ha enfrentado el dolor de la separación, agudizado por las dificultades de comunicación a distancia prevalecientes en la isla.
Eran estudiantes de veterinaria en 1992, terminaron emigrando a Bolivia, país de origen de Lida. La economía y las necesidades laborales los obligaron a separarse. Pablo, convencido de la revolución cubana, representa productos veterinarios cubanos en Bolivia. Lida se casó en Ibiza con una nueva pareja. Allá tiene una clínica para animales domésticos.
Maythee, sordomuda, nunca llegó a casarse con Roberto. En este capítulo, la directora de la serie se reencuentra con ella en Miami, para descubrir su intensa alegría de vivir al lado de su nueva pareja, Jorge. Él también es sordo. Juntos tienen dos hijos adolescentes, oyentes y ruidosos. Roberto, quien también vive en Miami, se rehusó a participar en el episodio.
En una vida de escasez económica y falta de espacio. Miriam y Andrés, no cejan en su lucha para mejorar sus condiciones de vida. Miriam es costurera y se dedica a auxiliar los cultos de la iglesia evangélica. Andrés hace trabajos como constructor autónomo. Leo, el hijo de la pareja, sigue la profesión del padre. Todos viven con los padres de Miriam, lo que genera tensiones familiares que quedan expuestas en el capítulo.
Se casaron para construir una familia y encontrar estabilidad. Ambos son militantes del Partido Comunista Cubano y cuentan con cargos públicos de confianza. Se esmeran en la educación de sus hijos, Víctor y Javierito que, por su edad, van iniciando sus vidas adultas y comparten sus primeras conquistas amorosas. El padre de Yolanda trabajó toda su vida en la Oficina de Intereses Norteamericanos. Su madre, iniciada en la santería, consiguió que Yolanda se iniciara en esta religión.
En 1992, siendo muy jóvenes, se unieron Eslerysis y Wilfred. Pretendían conocerse ya casados pues tenían prisa por formalizar la relación. De su unión, de menos de 2 años, nació Mizael, joven cantante de reguetón. Él y Edel, su medio hermano, sufren la falta de su madre que emigró a los Estados Unidos, dejándoles una casa. Los medios hermanos comparten el proyecto de remodelación de la casa. Wilfred, que de joven fue bailarín, rehízo su vida con una profesora de primaria y tiene poca relación con su hijo.
La pareja se casó siendo muy jóvenes. La unión no resistió la pérdida de su hijo. Ernesto optó por buscar oportunidades de vida en Venezuela y Miriam se lanzó a hacer la carrera de médico. Sus vidas nunca se habían vuelto a cruzar, hasta que la serie los volvió a reunir. Los dos descubrieron que habían puesto a sus hijos el mismo nombre: Daniel. El hijo de ella, sin padre, mantiene una estrecha relación con su madre. El hijo de Ernesto está secuestrado por la madre, viviendo en medio de la turbulencia política venezolana.
Una historia de amor y amistad que tiene de fondo el paso del tiempo en un edifico mítico, hoy en ruinas, alegoría de las contradicciones del sistema cubano que completa el rompecabezas de la búsqueda de las demás parejas.
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